La Dieta Mediterránea es posiblemente el concepto dietético y nutricional más difundido, tanto entre la comunidad científica, como entre los consumidores. Ello se debe a que numerosos estudios básicos, clínicos y epidemiológicos han llevado a considerarla como un factor protector en múltiples procesos, como las enfermedades cardiovasculares, determinadas neoplasias, algunas enfermedades neurodegenerativas e incluso, el propio envejecimiento.
Por lo tanto, los patrones alimentarios de la Dieta Mediterránea, caracterizados por el consumo de frutas y verduras, hidratos de carbono complejos, frutos secos, legumbres, pescado, carnes blancas, bebidas fermentadas (vino, cerveza y sidra) y la utilización del aceite de oliva virgen como fuente principal de grasa para cocinar, se podrían asociar a una disminución de la morbi-mortalidad.